La exposición continúa con las fotos de Paco Álvarez:
y continua con uno de los textos que Alfredo Ybarra expuso en la muestra:
de ALFREDO YBARRA
La exposición que se viene celebrando en el Palacio de los Niños de Don Gome, con pinturas de Francisco José González Olivares, Fotografías de Francisco Justo Álvarez Galán y textos de éste que les escribe, centrada en Andújar ha tenido un buen eco y repercusión, lo que ha hecho que se amplíe la comparecencia de la muestra unos días más. La verdad es que tantos los óleos como las fotografías son de una inmensa categoría. Su visión de Andújar retumba en las emociones y nos presenta armónicos acordes que hacen que la ciudad iliturgitana respire y se ensanche.
Uno de mis textos que servía de presentación en el programa de dicha muestra ha tenido cierta resonancia. Incluso algún amigo atrevido colocaba el texto como un frontispicio de la ciudad, lo que catalogué de importuno tal vez. Pero bueno, hace que hoy si ustedes quieren podamos sacarlo del anuncio del evento y darle un poco más de vuelo, con su permiso, a través de este zaguán volandero. Dicen así mis palabras, que titulé "La llave de tu misterio":
Andújar: Amaneces altiva y crepuscular. Y yo, como siempre enredado en tus tantálicas calladas, rodando en ti, febril en tus brasas y en tus heladas estancias. ¿Se yo hacer otra cosa? Seguramente toda mi vida gira en acompasar mis emociones a tus riberas, a tu horizonte, al vibrar de tus gentes afirmadas en su paciencia senequista, y, sorprender eso que vengo llamando andujanía, ese sentimiento rutilante de vuelo de certezas.Tu voz cribada, tu rumiada verdad, tu caricia, me recomponen y me reconocen.
Entre los olivos de tu campiña y las encinas y madroños serranos; entre el Guadalquivir y el Jándula, está el más allá de mi Finisterre. Mirar el mundo desde Andújar o a Andújar desde mi mundo es el círculo perfecto. Y mientras voy y vengo, como un guijarro de las trasminadas calles, de los brocales de los pozos, dando tumbos, convertido casi sin saberlo en tu lengua, yéndome y llegando de la mano de tus amaneceres y de tus noches de estrellas, como los escurridizos cantos de tu río, al que una y otra vez damos la espalda.
Fugitiva de ti misma, cristal de suspiros, peregrina de tu propia alegoría, altozano de claroscuros, zaguán de encendidos corazones, regazo de una hechizada serranía, océano de desmesura, compás de purezas. Y pincelada siempre inacabada de colores tenues y delicados, como tu piel, como tu alma de indesmayable persistencia. El fuelle de tus alas alambiquea un canto que me trasciende, hiriendo, de fuera para adentro. Madurando en ti, anhelando eternamente como tú, soñando como tú; sorprendiéndome con tus desplantes, con tus arpegios y con tus íntimos besos. Andújar, así me amaneces, entregándome cada día tu secreta llave, tu misterio insondable.

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